Cuidar lo que proyectamos sobre los hijos e hijas

Hace unos días había comentado acerca de la muerte de la joven Isabelle Caro que había expuesto su cuerpo en post de una campaña de conciencia contra la anorexia, lamentablemente en el día 20 de enero los titulares se siguen relacionando con este tema al manifestar crudamente que la madre de la joven se quitó la vida a causa de no soportar el dolor de la partida de su hija, de la culpa por haberla internado y vaya a saber todo aquello que los titulares no describieron por desconocimiento y que sintió esta mujer para llegar al punto de quitarse la vida.

Este hecho me afectó un poco más al leer que Isabelle en su autobiografía había manifestado que su madre tenía un rechazo con que ella creciera y por ende la tenía muy encerrada en su hogar.

Sin ánimos de juzgar la vida de estas personas, este hecho me hizo pensar y mucho acerca de nuestra realidad y la de los otros, obesos, anoréxicos, gordos, bulímicos, rellenitos, flacos, y la relación con los padres…

Por una cuestión de cercanía, porque la familia es la primera institución y desde allí el ser humano se forma, crece y desarrolla su primer ciclo vital, creo que es importante pensar el rol de los progenitores y las expectativas de los mismos sobre sus hijos.

Todo padre proclamará a los cuatro vientos su amor incondicional hacia los hijos y nadie duda de que sea así, pero muchas veces el amor cobra formas que a mi modo de ver son cuestionables y perversas cuando en post del bienestar de los hijos se pretende que sean o luzcan lo que no son o no pueden ser.

Ya sea cuestión de la genética, por amor a la comida, por conductas alimentarias, muchos niños o adolescentes padecen trastornos alimenticios que se reflejan en sus cuerpos gordos o rellenitos, y uno percibe que hay padres detrás que en vez de ayudar a cambiar comportamientos, a transformar las pautas familiares para colaborar con la buena nutrición de ese integrante del núcleo social base de todo ser humano, lo que hacen es reprimirlo, ironizar sobre el mismo, tener actitudes negativas y un discurso absolutamente lejano, donde en vez de sumar, sólo se resta sobre ese ser que en muchas ocasiones se oculta un poco más detrás de la comida…

He leído hasta el cansancio y debo confesar que muchas veces he llorado por comentarios de distintos lectores por las faltas de respeto sufridas por gente a la que aman y que dicen amarlos, yo también he sufrido el acoso de gente cercana a mi entorno que en vez de ayudarme, sólo proyectaban sus miedos sobre mi persona y saben lo que creo, al menos lo que me sucedió a mí, que uno termina comiéndose al gordo que todos temen y uno se termina calzando en esos zapatos y vive como tal, como todas esas proyecciones que hicieron sobre uno…



Yo no dudo del amor, pero creo que a veces también hace daño cuando no hay una mirada sobre el otro, poniéndose en su lugar, en su realidad. Sigo insistiendo en lo mismo, tal vez algún día todos lo comprendamos, así como hay una genética que transmite ciertos genotipos, también cada ser humano es único y su cuerpo un universo en sí mismo que no se parece al de ningún otro ser, por ello pretender que un hijo sea igual a otro o que sea como los padres o peor aún como el imaginario que se construyo en los sueños es un absoluto acto de egoísmo y no es lo mejor que se puede legar.

La mejor herencia está en el amor profundo, en ayudar y acompañar a los hijos a enfrentar el mundo y los problemas ante todo aceptando y reconociendo lo que uno es en su completitud, el verdadero amor descubre que desde la absoluta diferencia se puede luchar y crecer.

Y ante todo creo que debemos ser amorosos con el envase con el que vinimos a este mundo, porque el mismo contiene todo lo que somos, mente, alma, músculos, sangre, sentimientos. Somos un todo y nos construimos desde ese lugar o sintiéndonos fragmentados al no poder cumplir con ciertas expectativas que, por lo general, cuando somos chicos, no pensamos si son las nuestras, porque en este proceso de crecer la familia es fundamental y si no hay apoyo de la misma, la vida se vuelve muy dura…

Creo que si uno ama a su hijo, hermano, familiar de cualquier tipo, uno debe ser un apoyo fundamental en la vida de ese ser, si tiene un problema de alimentación, hay que acompañarlo, pero no maltratarlo o hacerlo sentir un monstruo o un bicho raro porque su forma extremadamente gorda o flaca no cumple con los parámetros que uno ha creado en su cabeza, muchas veces por pautas sociales.

Si tantas personas que son hirientes e irónicas con quienes tienen un problema o quieren ser así por decisión, descubrieran el daño que hacen y cuánto lastiman a un ser, al punto de hacerle cambiar rumbos y destinos en su vida porque los martirizan tanto que muchos terminan recluidos y encerrados, creo que pensarían dos veces antes de hablar o maltratar…

El amor no daña y eso es necesario entenderlo, porque sino en nombre de algo tan puro se cometen atrocidades con las vidas de muchas personas y eso no es justo…


Laura A. Pereyra - Yo la Más Gorda de Todas

Nota publicada el 22 de Enero del 2011

Ilustración: Edward McGowan

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Aclaración de la autora: Los textos que aquí se encuentran son parte del pensamiento de una época de mi vida. Como todas las personas evolucionamos y no todo lo escrito en su momento es parte de mi pensar en la actualidad, sin embargo este blog muestra el crecimiento de mi persona y mi pensar respecto a la temática eje del blog.