Ser Miradas

En el post anterior hablé de aquellos hombres que se fijan en las mujeres gordas, rellenitas, con sus buenas caderas, sus muslos grandes, sus colas prominentes, sus sonrisas amplias y sus ganas de ser amadas como el mismo tamaño que tienen.



La verdad es que me sorprendió gratamente ver las respuestas de hombres y mujeres, pero me quedé pensando en uno de los comentarios de una joven de 24 años llamada Diana que dice no haber sido vista jamás como desearía…


La realidad es esa, que muchas veces las mujeres gordas, a pesar de nuestro tamaño, no somos miradas como mujeres atractivas, por el contrario, para muchos parece que desaparece nuestro género, nuestro sexo, nuestra sensualidad porque sólo son capaces de observar un bulto grande de carne que se mueve, dura descripción, que sólo quienes somos gordas entendemos bien de lo que hablamos.


Cuántas veces, como lo manifiesta Diana, quisimos acercarnos a un hombre enamorarlo y terminamos siendo su amiga, porque sus ojos masculinos sobre nosotras, como mujeres, no existía, no cabía la posibilidad de ser miradas de otro modo más que como la “gordita” buena y amistosa, incondicional en toda situación que hasta era capaz de conectarlo con una amiga, obviamente flaca.


Todas queremos ser miradas y tal vez a través de estas palabras lo que intentamos es cambiar un poco el punto de vista desde el cual muchos se paran y es que traten de descubrir la belleza que todos, sin distinción, tenemos, esa interior y exterior, con kilos excesivos, pero también con una pasión y amor que desean ser dados a otra persona que realmente no sea ciega.


Laura A. Pereyra - Yo la Más Gorda de Todas


Nota publicada el 18 de Junio de 2009 


Imagen: Botero


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