Me amo con conciencia y (locura)

Amo cada centímetro de lo que soy, amo la sombra que se desdibuja en las veredas y que tapa el sol a los más bajitos…

Amo esos pliegues que me forman, que tantos años fueron mirados con odio, con desprecio e incluso dejaron de ser vistos para que doliera menos la vida.


Amo esta figura enorme que me muestra el espejo, que queda plasmada en fotos, a las que no retoco con photoshop, soy de las que jamás osará decir “sacame las arrugas o achicame la cintura”.

He aprendido a amarme en un mundo que me condena por gorda y eso significa que me he comido la vida y por eso estoy así, ese es el pensamiento madre, de allí hay una infinita lista de suposiciones por las cuales he llegado a este peso, la realidad es que no han vivido mi vida, no comparten mi mesa, no me acompañan al gimnasio, ni saben del historial de médicos y especialistas que he visto para tratar de ser flaca y no sufrir más el peso de una sociedad que te maltrata por gorda.

Y cuando ya tanto odio, indiferencia, intolerancia y malestar me sucumbía descubrí que yo podía comenzar a amarme, ser la que reparara cada pedazo roto de la eterna insatisfacción por no poder ser un modelo establecido por ese afuera, que no era yo.

Me sané mi autodiscriminación, mis justificaciones médicas, mi autoexigencia de someterme a cuánta fórmula, dieta o poción que me hiciera bajar de peso, mi incapacidad de mirarme en los espejos, de comprar ropa que me entrara, más que me gustara, hasta mis pensamientos de que quizás nunca nadie me iba a querer con este cuerpo. 

Sané las frases que me formaron, que dejaron más cicatrices que el ascenso o descenso de peso, los comentarios desafortunados de quienes creen que están autorizados a opinar sobre el cuerpo ajeno como si fuera el propio, y me perdoné de tantos permitidos, no precisamente de dulzuras, sino de dejar que cualquiera me aconsejara “por mi salud” y yo no activara ninguna respuesta por el sólo hecho de sentir culpa por ser gorda.

El camino de la sanación nunca termina, siempre descubrimos algún recodo entre los pliegues que guarda una vergüenza o una palabra siniestra que generó heridas casi de muerte, pero acá estamos trabajando a diario, mirándome de frente, al desnudo, valorando este cuerpo inmenso que ocupa más lugar del que muchos quieren, pero que es mío y que es el que dejó habitar a mi hija y le dio vida, es el que ama en exceso y tiene abrazos que cobijan, el que hace el amor con lujuria y no se permite menos, porque en este cuerpo hay decisión de que habite la fiesta del existir, en toda su forma, en su absoluta voluminosidad, en plena conciencia de amor y de que este cuerpo también tiene una misión que es la de encontrarse en aceptación consigo misma y el alma que me habita.

Hoy es el día del respeto a los cuerpos diversos en mi ciudad, Río Cuarto, hoy quiero que sepan que me amo muchísimo, más de lo que se imaginan…

Gracias vida por quién soy, por este cuerpo, por esta energía, por este amor cosechado el día que entendí que sanar era volver hacia mí y conectar en toda mi forma.

Me amo, te amo...

Laura A. Pereyra - Yo la Más Gorda de Todas

Nota publicada el 2 de Octubre de 2023

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Aclaración de la autora: Los textos que aquí se encuentran son parte del pensamiento de una época de mi vida. Como todas las personas evolucionamos y no todo lo escrito en su momento es parte de mi pensar en la actualidad, sin embargo este blog muestra el crecimiento de mi persona y mi pensar respecto a la temática eje del blog.