Espíritu de fiesta

Nos encanta la Navidad, los regalos, la alegría, el espíritu navideño que sobrevuela todas nuestras almas…


Amamos la Navidad y por supuesto nos preparamos para comer y acá, si bien este espacio habla de nosotras: las gorditas, es real que la gente, en su totalidad, espera estas fiestas para darse tremendos atracones.

Todos tienen un gordo en el alma, todos se preparan con dietas rigurosas y livianas para dar el ataque mortal en estas fiestas.

Todos aluden que van a comer platos fríos, porque hace calor, como si los mismos fueran sinónimos de light, por el contrario preparan ensaladas suculentas, ricas en proteínas, calorías, le ponen mucha sal a todo, como si todos tuvieran presión baja y las llenan de condimentos que luego de un rato generan mejillas rosadas y mucha ansiedad por tomar.

Ni hablar de la cantidad de alcohol que se ingiere, que se brinda por todas las razones ilógicas, por todas las que generan emoción, por todas aquellas que uno quiere olvidar y luego se brinda por cada una de las personas presentes y ausentes, luego de tanto brindis hay una pérdida de control absoluta sobre las medidas y proporciones que se deben comer y tomar, léase que cada vez se come y toma más, porque a esa altura el que pensaba un poco en lo diet y lo light no entienden lo que significan esas palabras.

Comer, comer y comer, luego de los platos fríos, que fueron devorados, los golosos paladares quieren algo calentito, ya se olvidaron de la excusa del verano y comer cosas frescas, así que siempre hay alguien que se prepara un lechón, un asadito, o alguna carne mechada cuyo olor es absolutamente delicioso, todos comen, nadie se niega y es posible que repitan un pedacito pequeño por miedo a quedarse con hambre.

Los postres llegan en exceso, por supuesto siempre hay una ensalada de frutas para expiar culpas y creernos que así bajaremos la comida, sigue el helado de chocolate, la torta y las masas finas que a esa altura se comen con esfuerzo, pero nadie se resigna a perderse esas delicatesens.

Y por último a la hora del brindis, el de las 12 de la noche, se prepara la mesa con dulces de invierno, turrones, confituras, exceso de chocolate en todas partes que comemos con desesperación, mientras sudamos y sudamos del calor al que se ha elevado nuestro cuerpo.

En estas noches de fiesta, los gordos pasamos desapercibidos, todos demuestran que en el fondo tienen un goloso empedernido y hay gordos de alma, de mayor tamaño que nosotros.

 

FELICES FIESTAS PARA TODOS… PAZ… SALUD Y FELICIDAD…

 

Yo la más Gorda de Todas

Nota publicada el 24 de diciembre de 2008 -

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