Un momento en la vida especial de toda mujer es casarse, todas en el fondo soñamos con nuestro vestido blanco, con sentirnos princesas por un rato y con toda la magia de esos instantes tan perfectos que, de sólo pensar en ellos, nos emocionamos.
Sin embargo cuando una es gorda, la cosa cambia, porque muchas estamos acostumbradas al vestido negro, estiliza, muestra unos kilos menos, disimula y todos aquellos atributos que en realidad no borran ningún centímetro, pero que nos otorgan confianza.
Y allí surgen todas las dudas, aquellas de que el blanco no me sentará bien, de usar chal así no se nos ven las partes flojitas de los brazos, de que el escote puede quedarnos exagerado y que si nos ponemos un toque de color será aún más llamativo.
Dudamos de todo, le tememos al straples porque eso dejará al descubierto ciertas partes que siempre nos avergüenzan, de la gasa porque tener un vestido flojo parece que no sostendrá nada y nuestra existencia quedará al descubierto y obviamente que le tememos tanto al blanco que hasta quisiéramos poner de moda el negro o el azul oscuro porque hasta parece que por ser gordas no nos merecemos ese color.
La realidad es como siempre digo, esto es lo que somos, por más que nos pongamos a dieta para el casamiento, somos rellenitas, extra súper large, pero no por eso tenemos exenta la felicidad de vestirnos como nos guste, no para que nos mire el mundo sino a la medida de nuestros sueños…
Seguramente alguien nos criticará, en todas las bodas pasa, pero lo importante será que nosotras nos pusimos lo que quisimos, el vestido que deseamos, el que nos hizo ver esplendorosas y el que enamoró más aún a nuestro amor, porque nosotras estábamos allí dentro, radiantes y esplendorosas…
Les aseguro que más de una se morirá de envidia de ver tanta belleza en un solo cuerpito…
Laura A. Pereyra - Yo la Más Gorda de Todas
Nota publicada el 13 de Agosto de 2009
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